AOMORI Ciudad de Aomori y alrededores Festivales impresionantes, arte moderno, pescado y marisco magníficos y el hayedo virgen más grande del mundo

En la punta más septentrional de Honshu se encuentra Aomori, la última parada del tren bala antes de Hokkaido, y otrora el puerto preferido de las rutas marítimas a Hakodate en Hokkaido .

Considerada como una de las ciudades más cómodas de Japón, Aomori tiene nieve en invierno para disfrutar de los deportes alpinos y, cuando suben las temperaturas, su clima templado es ideal para caminar, montar en bicicleta y otras muchas actividades. Su situación frente a dos mares, el Pacífico y el mar de Japón, y cerca de montañas, valles, lagos y costas, permiten a Aomori ofrecer actividades de ocio durante todo el año.

Como en muchas prefecturas rurales, Aomori celebra los festivales a lo grande. El Festival Aomori Nebuta , con sus enormes carrozas iluminadas, cánticos y danzas, es uno de los acontecimientos más destacados de Japón.

En el plano artístico, la oferta del lugar es muy sofisticada, desde la excelente colección moderna del Museo de Arte de Aomori hasta lugares poco corrientes como el Museo de Barcos de Madera Tradicionales de Michinoku, que alberga una colección de 67 embarcaciones tradicionales de madera para la pesca.

Se puede llegar fácilmente a Aomori en tren, autobús y avión.

Japan Airlines ofrece una serie de vuelos diarios entre el aeropuerto de Haneda , en Tokio, y el de Aomori. Si prefieres ir en tren, el tren bala JR Tohoku ofrece un servicio frecuente de Tokio a Shin-Aomori. La empresa Konan Bus opera varios autobuses diurnos y nocturnos entre la estación de Ueno en Tokio y Aomori.

Si te encuentras en Kansai, puedes volar al aeropuerto de Aomori desde el aeropuerto de Itami en Osaka.

El mayor acontecimiento en el calendario de la prefectura de Aomori y su atracción turística más importante es el Festival Aomori Nebuta , que se celebra todos los años del 2 al 7 de agosto. Los residentes desfilan por las calles empujando enormes carrozas de faroles hechos con papel washi tradicional mientras entretienen al público con danzas y canciones japonesas.

Si te apetece, puedes unirte a la danza, pero antes debes comprar y ponerte el traje de baile tradicional de haneto.

Si te pierdes el festival, podrás disfrutar casi del mismo ambiente en el Museo de Nebuta Wa Rasse, donde se rinde homenaje a este acontecimiento extraordinario con una exposición permanente durante todo el año. Aquí podrás conocer la historia de este divertido y fascinante festival. Si tienes suerte, puede que incluso veas una representación de bailarines haneto locales el fin de semana.

En el sureste de Aomori se encuentra el parque nacional de Sanriku Fukko , que se extiende desde Hachinohe hasta Kessennuma, en la prefectura de Miyagi , a 220 kilómetros de distancia. Te sorprenderán las rocas dentadas, las bahías, las islas rocosas y los acantilados.

La escarpada cordillera Shirakami alberga el hayedo virgen más grande del mundo, declarado Patrimonio Mundial. Recorre el bosque y explora lugares como los lagos Juniko y el estanque azul cobalto Aoike, el paseo Shirakami, repleto de una inusual flora y fauna, así como el cañón Nihon y las cascadas de Anmon .

Los más aventureros deben visitar Shimokita Hanto , una península con forma de cabeza de hacha donde se encuentra uno de los lugares más sagrados del budismo japonés, el monte Osore. El pico, que huele a azufre y está rodeado de un paisaje desolado, está considerado como uno de los tres lugares más sagrados de Japón. Entre los lugares de visita obligada situados en las proximidades, se encuentran Sai no Kawara (un lecho de río lleno de guijarros) y las vívidas aguas del lago de la caldera, que se pueden contemplar desde la orilla de Gokurakuhama.

Aomori, situada en la bahía de Mutsu, está repleta de lugares magníficos para sumergirse en la abundancia del mar. El Centro Gyosai de Aomori (Mercado de Pescado de Furukawa ) es el más famoso de la ciudad. No te olvides de probar el nokkedon, un tazón de arroz con los productos del mar que tú elijas.

Tsugaru Hanto es una península septentrional que confronta con Hokkaido. Es la cuna del tsugaru shamisen, un instrumento de tres cuerdas que se usa a menudo en la música folclórica local. El cabo Tappizaki es el punto más septentrional de la península, donde soplan vientos muy fuertes durante todo el año.

El monte Iwaki es el lugar ideal para excursionistas y escaladores. Hay varias rutas que conducen a lo que se conoce como el Fuji de Tsugaru. Si vas a las cascadas de Anmon , puedes pasar la noche en el camping Aqua Green Village y seguir el camino por el río Anmon. Hay rutas organizadas disponibles para hacer estas excursiones.

Es muy recomendable hacer un viaje por el ferrocarril de Tsugaru, que atraviesa la parte sur de la península. Este tren de marcha lenta se detiene con frecuencia y, dependiendo de la temporada, se instalan campanillas de viento, cestas con grillos de campana o estufas en invierno.

Si eres aficionado a la historia, no debes perderte el Museo Korekawa Jomon, situado en Hachinohe, ni el yacimiento arqueológico de Sannai Maruyama, cerca del Museo de Arte de Aomori . Estos yacimientos arqueológicos se remontan al período Jomon (que abarcó un periodo de unos 15 000 años a 2400 años atrás), el momento en el que muchos investigadores creen que Japón comenzó a establecer cierto nivel de complejidad cultural.

Ambos muestran artefactos y estructuras del período. El yacimiento arqueológico de Sannai Maruyama cuenta con varios edificios restaurados que pueden explorarse, como uno con pilares hundidos en el suelo, una gran vivienda construida en un refugio y un almacén con suelo elevado.

Aomori alberga uno de los museos de arte moderno más respetados de Japón, el Museo de Arte de Aomori , donde puedes conocer tanto la cultura prehistórica como la contemporánea. Gran parte de la construcción es subterránea para reproducir los fosos arqueológicos cercanos. Está repleto de interesantes obras artísticas y arquitectónicas de autores nacionales e internacionales, incluidas obras de Marc Chagall y Paul Klee.